viernes, 30 de enero de 2009

Alberto y Ascen: Once años después

Juan Ignacio Zoido recuerda a Alberto Jiménez Becerril como "Un gran hombre llamado a ser Alcalde de Sevilla".


La prensa sevillana ha publicado una carta, escrita por mi amigo Miguel Angel Loma con motivo del aniversario del asesinato de Ascen y Alberto. Miguel Angel fue compañero de Facultad y muy amigo de Ascen, y me comenta que era una persona de gran valía: "Era una mujer enamorada de su esposo y madre entregada a sus hijos. Quizás no sea justo que Ascen haya quedado únicamente como la mujer de Alberto".
Este el texto íntegro de la carta:


El impacto que en nuestra sociedad suscita cualquier acto criminal, por muy tremendo que sea, se agota en brevísimo plazo: lo que es portada en las noticias de hoy, mañana pasa al olvido ante el protagonismo que adquiere otra salvajada nueva de similar o peor naturaleza. Pero esto no ocurre así para todos… En el corazón de los familiares y amigos de las victimas, de actos terroristas existen circunstancias adicionales que mantienen especialmente vivo ese recuerdo vigente aunque el transcurso del tiempo vaya mitigando un dolor que, de otro modo, haría imposible la vida diaria. Y el caso concreto de las victimas de actos terroristas existen circunstancias adicionales que mantienen especialmente vivo ese recuerdo y hacen que la herida siempre esté amenazando con abrirse, porque, a diferencia de lo que existe en el resto de los horrores, los causantes del dolor y sus voceros continúan ahí, respaldados por individuos y partidos que, para mayor burla, invocan continuamente los derechos humanos de los autores de los crímenes. Cada nuevo atentado, cada asesinato, cada herido, cada mueca amenazante de un terrorista, cada palabra de sus “defensores”, cada rueda de prensa, cada grito y cada eco, son capaces de levantar en un momento de debilidad el recuerdo del drama, como si hubiese sucedido ayer mismo.
Se han cumplido once años de aquel treinta de enero, en que Ascen y Alberto, fueron cobardemente asesinados en la noche de una calle de Sevilla. Para muchos la fecha habrá sido una simple efeméride del recuerdo de dos victimas más del terrorismo, ahora ya casi perdidos en el tiempo; mientras que, para sus familiares y amigos, aquel treinta de enero se nos vuelve a hacer presente, con un sentimiento más sosegado.
Pero lo que debía de constituir para todos este aniversario es una ocasión para reflexionar que cualquier cesión ante los criminales significa alimentar a la bestia. Que las muertes de Ascen y Alberto, y de todos los demás, no fueron el resultado de trágicos accidentes y aciagas circunstancias, sino el meditado y voluntario fruto de las acciones de unos hijos de Caín que siguen movidos por un odio del que siguen enorgulleciendo.
No se trata de que nos contaminemos con su odio, sino que sigamos recordando que ceder ante el chantaje de los criminales significaría que todas esas muertes no sólo no habrían servido de nada, sino que haría a los asesinos más fuertes, y a nosotros cobardes indignos de mantener viva, la memoria de las victimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tras cometer este vil crimen, como muchos otros, que esperemos no se repitan dejasteis dos personas muertas, tres niños huérfanos, una familia deshecha, una ciudad asustada, miles de preguntas sin respuesta,... Y no sólo eso, sino que lo hicisteis un día tan señalado como el de la Paz, desde luego, tras 12 años, los sevillanos no lo olvidamos
No os olvidamos Alberto y Ascen