domingo, 8 de febrero de 2009

La Honradez en Política

La honradez es la rectitud de ánimo e integridad en el obrar. El diccionario de Autoridades, de 1723, definía la honradez como: “aquel género de pundonor que obliga al hombre de bien a obrar siempre conforme a sus obligaciones y a cumplir su palabra en todo”. Está íntimamente relacionada con el honor, cualidad moral que nos lleva al cumplimiento de nuestros deberes respecto del prójimo y de nosotros.

En la historia de nuestra literatura, especialmente en el género de la novela, nos encontramos con muchos personajes honrados. Destacan D. Quijote y el lazarillo de Tormes. A partir del s. XIX desaparece la figura de la honradez en la literatura.

Hay dos películas, sencillamente magistrales, sobre esta virtud: Caballero sin espada (Mr. Smith Goes to Washington), dirigida por Frank Capra en 1939, y Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird), dirigida por Robert Mulligan en 1962.

Santo Tomás Moro, patrón de los políticos, sirve de ejemplo de capacidad de renuncia a una posición privilegiada por obrar conforme a sus obligaciones y a su palabra. Por desgracia, la honradez es una rara avis en nuestra clase política. Recientemente, hay dos personas que sobresalen en honradez: Francisco José Alcaraz y María San Gil.

Para los que tenemos la suerte de vivir en Sevilla, mi vecino, Juan Ignacio Zoido representa el paradigma de político honrado. Ganó las últimas elecciones, no es alcalde por el pacto entre los partidos perdedores; el juego democrático a veces tiene más de juego que de democrático. No obstante, sigue trabajando con rectitud siendo fiel a sus ideales.

La causa de la falta de honradez en nuestros políticos quizás haya que buscarla en el relativismo, por el cual se niega la verdad y se concluye que todas las ideas son iguales.

Os anexo un interesante debate sobre este tema, moderado por Dieter Brandau, con Gabriel Albiac y Agapito Maestre catedráticos de Filosofía y Filología respectivamente.



2 comentarios:

Natalia Pastor dijo...

Yo tengo una inmejorable opinión de Zoido, al que conozco personalmente, y que me ha demostrado que escapa del "cliché" al uso de los políticos.
El problema,es que una gota no hace mar, y la clase política esta preñada de vividores,de individuos sin oficio ni beneficio,cuya única forma de vida es perpetuarse en buscar un lugar de acomodo en esta partitocracia infecta que ha acabado por prostituir la democracia y alejarla de los ciudadanos.

Ceres dijo...

Tomás Moro es considerado desde hace años el patrón de los políticos debido entre otras cosas a su honradez y diligencia que le caracterizaban y que le llevó a ser condenado y posteriormente ejecutado por oponerse a Enrique VIII, desde luego su conciencia fue 1 de las cosas que lo llevaron a ser uno de los políticos más respetados... 6 siglos después o quizás mucho menos, las ¿personas? como nuestro actual presidente, desde luego siguen su ejemplo y no se dejan influir por ninguna opinión ni comentario para actuar de la forma correcta, ¿en serio?, saludos desde Granada